El palito en el Agua.

Los niños y los buenos científicos son los que hacen las mejores preguntas

¿ Has notado qué espectáculo más fascinante es un niño pequeño y absorto, sin sentirse observado, jugando con un palito o unas piedritas. ? Un niño pequeño aún sin malear por la educación es un sujeto de observación fascinante, precisamente porque él mismo aún mantiene vivas o por mejor decir, ‘intactas’ sus capacidades de mirar. Ya los bebes se agarran el pie y lo escudriñan con verdadera y ávida curiosidad, pero el asunto es mucho más fascinante cuando crecen un poco y alcanzan mayores destrezas manipuladoras y más autonomía.

El otro día ví a un niño de unos cuatro años, el nieto de un vecino, que estaba metiendo el mango de un pequeño salabre en el acuario que tengo sobre una mesa baja en casa ( meter unas cosas dentro de otras es parte también de su aprendizaje espacial ).  En ese recipiente, como el chiquillo que sigo siendo, ‘meto’ los ‘bichos’ acuáticos que cojo por ahí para observarles yo a mi vez hasta que los identifico plenamente o me doy por satisfecho y los vuelvo a soltar. “¿ Qué haces ?” le pregunto, después de decirle a su abuelo que no le regañe.  Como es aún bajito, mientras eleva su bracito por encima del borde del prisma de cristal, mira derecho a través de él: “ Mira, el palito se tuerce cuando lo meto en el agua, ¿ por qué ? ”, me contesta.  Pero contestarle yo a él ya fué otro asunto.

Cuando meto un palito en el agua parece que está doblado, si meto una cuchara en un vaso de agua pasa lo mismo, pero cuando los saco, oh maravilla, vuelven a parecer rectos. Hay tres actitudes ante este fenómeno; uno es la del ignorante satisfecho: no prestarle atención y decidir que ‘así son las cosas’, me temo que es la de la mayoría de la gente; la segunda es la del pedante, una fracción menor, pero apreciable, que responde sin responder pero poniendo nombre a las cosas que malamente aprendió: ‘es por la refracción’, contestará presuntuoso; la tercera y más escasa es preguntarse verdaderamente por qué sucede eso, que es la propia de la minoría entre la que se recluta a las gentes que hacen avanzar (progresar) a la humanidad. Precisamente la actitud que tienen los niños y luego, no sé si a causa de la rutinaria educación que reciben la mayoría, pierden.

El único ‘fracaso amoroso’ es el de aquel que pasa por la vida sin experimentar el amor, si no es una contradicción en los términos, porque experimentarlo ya supone un triunfo. Igualmente, el único fracaso de una educación es la de matar la curiosidad a base de malas y retóricas explicaciones de las causas, no aprender cosas sin más.

( La luz viaja más despacio  ( ¡sí! ) dentro del agua que a través del aire, como en cualquier medio más denso; -su velocidad punta de 300.000 km/sg sólo se alcanza en el vacío, porque sus partículas, los fotones tienen masa y se frenan en otros medios- o sea que su velocidad cambia y el rayo se desvía, y eso es lo que se conoce como refracción. El ojo humano está delicadamente equilibrado para que la luz que entra en su ‘objetivo’, la pupila, se enfoque en la pantalla/retina posterior, tanto en un caso como en otro, pero no en los dos simultáneamente.  No exactamente con estas mismas palabras, pero en idéntico sentido se lo expliqué al niño y pareció entenderlo, así como su abuelo que escuchaba también interesado y que me dijo que nadie antes se lo había explicado bien. )

El boson de Higgs (que me reclama Grillo) lo dejo para otro día, o para cuando me lo pregunte el nietecillo de mi vecino.   La ciencia es casi siempre ‘magia que funciona’

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Fuente:                     http://www.lansky-al-habla.com